Desde octubre de 1978 en la DECLARACIÓN UNIVERSAL DE LOS DERECHOS DE LOS ANIMALES aprobada por la UNESCO y la ONU, se hace mención al maltrato animal, en su articulo 3:
"Ningún animal será sometido a malos tratos ni actos de crueldad. Si es necesaria la muerte de un animal, ésta debe ser instantánea, indolora y no generadora de angustia."
Es triste comprobar cómo nuestra sociedad, ha sido incapaz hasta el momento de poner freno a la continua costumbre de descargar sus vilezas sobre los animales.
Sin llegar a tal extremo, miles de perros y gatos acaban en perreras cada año. Algunos de ellos consiguen un adoptante, otros no podrán abandonar nunca la perrera y morirán en su jaula; y, por último, los animales que no pueden ser colocados, los más mayores o los que tienen alguna tara física, pueden acabar sacrificados porque en estos lugares normalmente tienen un plazo limitado de vida, ya que no disponen de medios para mantenerlos de por vida.
Para un perro, gato, etc. su dueño lo es todo; pierde a su dueño, pierde todo. Si además, quien debe protegerle es precisamente quien le agrede, podemos imaginar cuál es el estado de ansiedad y la sensación de abandono de estos animales.
Perros atados a coches y arrastrados durante kms., cachorros quemados vivos, galgos ahorcados lentamente por un mal año de caza, perros apaleados hasta la muerte; todo esto es considerado por ley como falta grave. Pero la mayoría de las veces ocurre que los dueños no son identificados (por falta de chip en el perro), de modo que no se les puede aplicar la pena que les corresponde y su delito queda, por desgracia, impune.
Los hombres no tienen justificación moral, científica, religiosa o de otro tipo, para maltratar, abusar, destruir o para permitir cualquier forma de crueldad con los animales, quienes ante los adelantos tecnológicos se han convertido en seres indefensos. Sin embargo, algunos de esos seres indefensos han aprendido (de acuerdo a su naturaleza) a aceptar, tolerar, servir y querer a los hombres tal y como son, cosa que la humanidad con todo y sus adelantos no ha sido capaz, en ocasiones, ni de intentar.En el mundo actual imperan la injusticia, la miseria, las guerras, la crueldad y ante todo el escepticismo del hombre hacia sus semejantes. Por ello se dice que es frívolo defender a los animales. Pero es precisamente en medio de las dificultades cuando está presente el reto de determinar si como humanos se tiene la capacidad moral e intelectual necesaria para desempeñar ante la naturaleza la enorme labor de ser humildes y respetuosos hacia toda manifestación de vida.